Isoflavonas de la soja y cáncer de mama
¿El consumo de soja puede producir cáncer de mama?
El pasado día 19 de octubre tuvo lugar el día mundial del cáncer de mama,
siempre con un gran despliegue en los medios de comunicación para hacernos recordar que hay muchas mujeres que luchan día día contra esta enfermedad y los recursos que se están poniendo en la investigación y sobretodo en hacer hincapié en su prevención y diagnostico precoz.
Ahora bien desde mi punto de vista como profesional sanitario, acuden a la consulta de nutrición cada vez más mujeres que se encuentran en tratamiento o que han pasado por la enfermedad o simplemente mujeres que tienen un riesgo muy alto de poder contraer algún tipo de cáncer de mama a las que los médicos y especialistas les han advertido sobre el consumo de soja y sus derivados, diciendo que no es conveniente su consumo tanto como para la prevención como para el tratamiento del cáncer de mama.
Pero, ¿Cuánto hay de verdad en ello?
Como es bien sabido en los países asiáticos existe un consumo elevado de soja y sus derivados
¿Pero cómo?
¡¡Las japonesas tampoco podrán comer tofu!!,
que horror ¿cómo se van hacer ahora su sopa miso?
Pues bien en primer lugar observando detenidamente la figura que se muestra a continuación, dónde se representa la incidencia y mortalidad del cáncer de mama por cada 100.000. habitantes.
Curiosamente podemos ver como en los países asiáticos es dónde menor número de casos y mortandad existe.
Entonces,
¿Sigue teniendo sentido prohibir el consumo de soja,
en prevención y control del cáncer de mama?
En realidad no.
¿A caso no sería mejor advertir sobre el consumo de embutidos y carne roja?
Bien sabido que son alimentos muy correlacionados con el cáncer.
¿Cuáles son los efectos anticancerígenos de la soja?
Las isoflavonas de la soja presentan actividad anticarcinogénica invivo.
Animales de laboratorio alimentados con una dieta fortificada con soja,
muestran una menor proliferación de células tumorales mamarias tras la estimulación con agentes inductores directos e indirectos.
Se postula que la genisteína, y quizás otros fitoestrógenos, inhibe el crecimiento de células tumorales por intervención en la actividad de la tirosina quinasa de los receptores del factor de crecimiento activado y de la tirosina quinasa citoplasmática e inhibe las tropoisomerasas de DNA,
las cuales son esenciales para la transducción de señales mitogénicas.
Resultados de un estudio reciente en células de cáncer de mama humana reveló que la genisteína posee acciones estrogénicas; en un rango de concentración fisiológicamente relevante,
actuaría como un agonista reemplazante de estrógenos y como un regulador del crecimiento.
El efecto antiestrogénico de los fitoestrógenos se observó in vivo a concentraciones de 10 a 100 veces más altas que el estradiol son capaces de competir con los estrógenos endógenos,
unirse al receptor de estrógenos y prevenir un crecimiento estimulado por estrógenos
Respecto al cáncer de mama
Se observó que la genisteína inhibe el crecimiento de células de mama cancerígenas in vitro.
Por otro lado esta isoflavona también inhibe crecimiento de nuevos vasos sanguíneos,
un proceso conocido como angiogénesis, este proceso es esencial para que los tumores aumenten su tamaño.
Esto indica que compuestos que puedan inhibir la angiogénesis, podrían inhibir el crecimiento del cáncer.
Además, la actividad antioxidante de estas isoflavonas protegería a las células del daño de los radicales libres, los cuales iniciarían el proceso del cáncer.
En 2002, Lamartiniere y colaboradores demostraron en un estudio realizado con ratas,
que el tiempo de exposición a la genisteína es importante para la quimioprevención del cáncer.
Observaron que la quimioprevención ejercida por la genisteína contra el cáncer de mama es efectiva después de tratamientos efectuados con dicha isoflavona en estado puberal y prepuberal,
pero no luego en la vida adulta.
Datos epidemiológicos soportan este concepto mujeres asiáticas que han consumido tofu durante la adolescencia pero no en la vida adulta tienen una menor incidencia de cáncer de mamas comparado con aquellas que nunca consumieron tofu o solo lo han hecho en la vida adulta.
Y para rematar estudios revelan que la soja tampoco interfiere con el tratamiento de tamoxifeno o anastrazol.
¿Y qué pasa con el tiroides?
Seguramente también habréis escuchado que el consumo de soja altera la función del tiroides o que incluso inhibe la acción del tratamiento.
Lamentablemente tengo que decir ¡¡Que no!!
Los estudios en los que se basan para decir que la soja tiene un efecto antitiroideo son básicamente estudios in vitro de roedores a los que se les suministró grandes cantidades de isoflavonas aisladas, nada que ver con lo que ocurría en realidad en un consumo normal humano.
Una revisión exhaustiva publicada en 2006 que incluyó 14 ensayos clínicos encontró que ni los alimentos de soja ni Las isoflavonas afectan negativamente la función tiroidea en hombres o mujeres eutiroideos.
Por eso desde la publicación de estos resultados la EFSA declara que los suplementos de isoflavona no afectan a la función tiroidea en mujeres posmenopáusicas.
Si que hay referencias en cuanto a que el consumo de soja puede suponer aumentar la cantidad de medicación para la tiroides, pero esto no se debe por afectar a la tiroides,
sino que la proteína de la soja provoca una disminución de la absorción de levotiroxina, efecto que no es único de la soja, sino como muchos otros medicamentos,
suplementos y fibras pueden modificar la absorción.
En cualquier caso,
no es necesario para estos pacientes evitar alimentos a base de soja ya que la medicación se toma con el estómago vacío y las dosis pueden ajustarse fácilmente para compensar los efectos de la soja.
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Pedro Marimon Cladera
Licenciado en Farmacia
Graduado en Nutrición Humana y Dietética
nº col: IB00130
Dietista-Nutricionista en Marimontcuida